MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

domingo, 8 de abril de 2018

APÓSTROFES





Amigo lector:

En la literatura antigua era común el apóstrofe, la apelación directa al lector, de suerte que en la poesía épica latina, por ejemplo, eran comunes formas como uideas, uideres "verías, habrías visto, vieras" que servían para implicar lo emocionalmente de un modo más profuso en algún pasaje especialmente patético, curiosamente a través del órgano visual, de inmediatez perceptiva. Progresivamente, ese apóstrofe quedó relegado a partes externas al texto, como el prólogo, cual captatio benevolentia, al principio, y luego, principalmente, como declaración de intenciones. De tal manera es así que los traductores modernos se encuentran incómodos ante esos uideas, y tienden a trasladarlos de modo impersonal ("se vería"), traicionando -ahora sí- ese antiguo espíritu de complicidad entre autor y oyente devenido pronto lector, que ahora sólo se concibe como transacción anónima a través del objeto físico del libro.

Parecía, empero, que la escritura digital a través de instrumentos de comunicación como el blog o "libro de bitácora" aseguraría una instantánea interactividad a través de los llamados "comentarios", pero eso se ha ido reduciendo considerablemente con el tiempo, en la medida que el blog se ha convertido en vehículo de contenidos culturales especializados. Ya escribiendo esto me estaba olvidando de ti, lector, pues sé que existes por el flujo constante y no decayente de visitas, aunque no te manifiestes de ninguna manera. El vínculo anónimo por medio del libro se da por descontado, pero el digital parecía más apto a una comunicación que fuera enriquecedora para ambas partes, y, en cierta época, lo fue para mí, pues conocí a gentes que luego llegué a tratar personalmente.

Ahora, sin duda, acepto esta situación de comunicación anónima, pero no por ello quiero renunciar a dirigirme a ti personalmente, y a interpelarte en tu condición de furtivo visitante de páginas ajenas, de las que esperas enriquecerte, como hago yo también, llenando mi blog de enlaces que visito cada semana. No pretendo siquiera que des ningún signo de vida, solo decirte que para mí escribir cada semana es una manera de hacer una acta de existencia, y de aclarar mis ideas y mi manera de ver la vida a pesar de las anteojeras que  de una manera más o menos cobarde, acepto que me impongan en ocasiones la rutina, el conformismo, o la autocompasión. Escribo sobre literatura, y arte, sobre la vida, y la política, tras el terremoto que supuso en mi devenir el estudio de la obra de Antonio García-Trevijano. Escribo acumulando poemas y relatos que espero publicar algún día (de hecho tengo preparado un libro de relatos, cuya salida a la luz trato de ultimar), y amarrarlos al blog es una esperanza de que algún día partirán a alta mar. Esta rutina que me impongo es también una fuente de conocimiento, inseparable a veces de la amargura. Pero vale ya por hoy.

Vale.


Imagen: Georges Le Brun, The man who passes (01900)


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