MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 13 de septiembre de 2014

"MADAME BOVARY" DE GUSTAVE FLAUBERT




"Había en él un romántico que encontraba la realidad ramplona, y un realista que encontraba el romanticismo huero, y un artista que encontraba a los burgueses grotescos, y un burgués que encontraba a los artistas pretenciosos, y el todo estaba envuelto de un misántropo que encontraba a todo el mundo ridículo"; así describía un crítico la personalidad del autor de Madame Bovary, obra que, como señala Jacques Suffel en su prefacio a la edición de Garnier-Flammarion de 1966, "aportaba a la pintura de los seres y de las cosas un realismo totalmente nuevo, que no se parecía al realismo, teñido de romanticismo, de un Balzac o de un Stendhal. Además, bajo su aparente impasibilidad, Flaubert pintaba las costumbres de su tiempo con una ironía despreciativa, casi insultante".
Creador de la novela de análisis psicológico, Flaubert construye asimismo un obra de arte limada palabra por palabra; arte despiadado, como se ha sugerido, en la pintura de caracteres. De tal suerte, su descripción de la progresiva corrupción moral de la joven campesina con la cabeza a pájaros de sus lecturas románticas en esposa adúltera, y el retrato del lerdo marido bienintencionado e ingenuo frente a los egoístas amantes es implacable.
La misantropía de Flaubert aflora en su meticuloso desapego de sus criaturas, y sus infortunios. Así, no se concede a la protagonista en el trance de su suicidio por deudas ni un atisbo de heroísmo, siguiendo marcadas sus motivaciones por el egoísmo, el autoengaño, y el desprecio a su familia. El moroso relato de la agonía, el duelo y las exequias de Emma, sirven al autor para cosificar a la protagonista, resaltar la inutilidad de su sacrificio, y apuntar su postrera corrupción. Corrupción física y moral que provocará desde ultratumba la ruina final del viudo y su hija, cuando éste intente mantener el tren de vida familiar anterior ("Elle le corrompait par delà le tombeau"), y descubra, finalmente, las pruebas de los adulterios, hundiéndose en una depresión fatal propia de los enamorados incapaces de aceptar la realidad cuando ésta contradice la construcción ideal que han hecho de la persona amada.
La obra, en fin, provoca aún una profunda desazón al lector sensible, a pesar de los ríos de literatura y cine que han corrido desde la publicación de la novela sobre el argumento del adulterio, y es una prueba más del carácter genial y liminar de la creación de Flaubert.

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