MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

viernes, 15 de junio de 2012

"EL EJE IMAGINARIO" DE ROSARIO TRONCOSO


Creo que haber leído el último poemario de Rosario Troncoso, El eje imaginario, me ha reconciliado en cierto modo con la poesía. El arte de Troncoso surge de la cotidianeidad, la sublima y la poetiza, reconociendo, al tiempo, los límites de tal operación. Belleza y humildad, no en los resultados, que son magníficos, sino en el tono, y la humanidad de la poeta, muy alejada de cualquier soberbia prospectiva. El libro está dividido en tres partes, Fin, Ráfagas de luz, y Principio. En esta inversión de elementos, señalada en esa primera parte, coloca Troncoso una serie de poemas de carácter escatológico y apocalíptico, antimesiánicos y levemente ecológicos ("Porque a veces la tierra / no soporta nuestro peso"), llenos de potentes imágenes ("Ya no habrá sucursales de calor / ni gente que ignorar en las aceras"), que devuelven a la triste cotidianeidad en la que se sufre por el tiempo arrasado en oropeles carnavalescos, la inocencia, la Babel de la ideología, la muerte, la vida desperdiciada ("¡Qué apego tan estúpido / a dar la espalda a las cosas sencillas!"), o la degradación de la enseñanza, en un extraordinario poema, Pupitres violentos, dedicado "A quienes a fuerza de años haciéndolo mal, / ya no nos dejan hacerlo bien"). Frente a las combinaciones de endecasílabos y heptasílabos que pueblan la mayoría de sus poemas, Troncoso opta en éste por el octosílabo, construyendo un a modo de romance negro, que no cede al eufemismo ("Alimañas acechantes / sin presente ni futuro / me consumen la energía"), y señala -creo- los males de la burocracia creciente ("rutinas de papel sucio / me atan las manos y el deseo"), y de un sistema educativo que deja al profesor a los pies de los caballos, y que puede convertir la práctica docente en un verdadero suplicio ("cuarenta y cinco minutos: / la duración del infierno"). El desamor es, en fin, el objeto de los últimos poemas de esta primera parte; desamor felizmente expresado en un lenguaje tomado a lo cotidiano circundante ("Por impago de amor / los errores llamaron a la ausencia. / Y llegó la muerte a desahuciarnos"), y que insiste en su  irreversibilidad ("Si quisiéramos deshacer los pasos / caminaríamos sobre ceniza").
En la segunda parte central, Ráfagas de luz, hay poemas llenos de amor por la infancia, la realidad encarnada en un humilde gato, medida de las cosas, y la poesía y los poetas, a los que se mira con complicidad y verismo en un hermoso y clarividente poema, Pájaros de humo ("Sufren y no saben hallar el bálsamo / para curar las heridas del tiempo / y la angustia por lo que no comprenden. [...] Sabios, ingenuos, locos, inconscientes... / Los enfermos de lucidez: los poetas").
La última parte del poemario, tiene como marcado protagonista al amor, cuya plenitud avasalladora invierte todos los órdenes ("Precipita el final. Llega el principio. / Ábrete paso, y no preguntes"), imagen de la estructura del libro, en la que los referentes míticos y escatológicos ceden a la fuerza del amor, transmutado en una ansiada maternidad, redentora y, finalmente, plena de sentido ("Su voz será el eco de lo que fuimos / mucho antes del silencio"). El amor, que adquiere su ser en el día a día, cotidianeidad a la que remite la poeta en el magnífico poema final, Post it, dedicado a su compañero, con hermosos y sentidos versos ("En la nevera hay algún beso de ayer") que cierran el círculo de lo cotidiano vuelto poesía.

4 comentarios:

Rosario Troncoso dijo...

Querido amigo José Miguel:
No he encontrado un hueco para escribirte aquí mi agradecimiento, pero intenté hacerte llegar a través de nuestros amigos comunes José Manuel y Antonio, todo mi cariño y mi amistad, de forma sincera y sin reservas.
Has de saber que me ha conmovido esta reseña, y no me considero merecedora de palabras tan elogiosas, ya que recién estoy aprendiendo el oficio (me moriré aprendiendo y con poca autoestima).
Es la más preciosa de las reseñas de las que tengo conocimiento acerca de mi libro, y no sólo me alegraste el día, sino que algo así me motiva para seguir, con la que está cayendo.
Por eso, gracias, una y un millón de veces.
Espero conocerte en persona pronto, y leer mucho de lo tuyo.
Aquí me tienes.
Un beso muy fuerte.
Rosario.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Muchas gracias a ti, Rosario, por tus amables palabras.
La lectura de tu bello libro me ha hecho recobrar confianza en la poesía y me ha animado a seguir escribiendo tras una etapa de desánimo.
Espero también tener la oportunidad de saludarte pronto.
Un beso muy fuerte también para ti.
José Miguel.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu participación en la Facultad de Filosofía y Letras. Sobre todo el primer poema que nos has recitado. Se llamaba "Quejas" y me ha encantado.

Te deseo toda la suerte en este largo camino que emprendes!

José Miguel Domínguez Leal dijo...

¿...?