MEMORIA MÉTRICA

Miscelánea del escritor José Miguel Domínguez Leal

sábado, 14 de mayo de 2011

ESTUDIANTES EN SALAMANCA

Mi reciente estancia en Salamanca ha estado también jalonada por recuerdos de la poesía macarrónica que fue objeto de mi tesis doctoral. Para empezar, por el propio nombre de la calle donde estaba situado nuestro hotel. Nadie me lo supo confirmar, pero estoy casi seguro de que este Sánchez Barbero es el Francisco Sánchez Barbero (1764-1819), latinista, gramático y poeta, nacido en Moriñigo (Salamanca), de desventurada vida bajo Fernando VII, y autor de la Pepinada, poema macarrónico satírico escrito contra José Bonaparte en el Cádiz de 1812. Un no desdeñable número de las macarroneas que estudié, edité y traduje en mi tesis fueron obra de profesores y estudiantes -de medicina- del Estudio salmantino. Fue, por tanto, un placer para mí poder visitar las dependencias de la universidad, y hacerme una idea de la vida académica que allí se vivía. Visitamos, así, un aula-museo de los Siglos de Oro,

en la que el catedrático exponía, desde esa especie de púlpito que se ve en la imagen, su lección en latín durante aproximadamente una hora y media, sin interrupciones. Los alumnos, que hacían el esfuerzo de memorizar lo más posible, contaban con la ayuda de un "repetidor" que se hallaba a los pies del púlpito, y con el llamado "derecho de poste", por el que el catedrático respondía a las preguntas de los estudiantes apoyado en una columna fuera de clase. Este derecho no tiene nada que ver con el llamado "derecho al pataleo" de curioso origen: durante los meses de noviembre a abril se permitía a los alumnos, en las primeras clases de la mañana, patalear el suelo en los cinco primeros minutos para entrar en calor en sus muy incómodas y rudimentarias bancadas.

También pude visitar la capilla de la Catedral Vieja que servía de Salón de Grados para obtener el título de Licenciado. El examinando se situaba sentado de tal guisa delante de las imágenes de Santa Bárbara,
flanqueado de los doctores ante los que debía defender su tesis, elegida previamente al azar, como en las actuales oposiciones, con "encerrona" incluida. Los compañeros del licenciando lo esperaban en el exterior de la Catedral, para hacerle los honores si aprobaba; o, si por el contrario, suspendía, para buscarlo en la puerta trasera o de servicio, por donde era obligado a salir, donde, entre los burros de carga que allí se amontonaban, recibía de dichos condiscípulos calabazas, un manteo, y era escoltado hasta el río, adonde lo tiraban sin más contemplaciones. Puede entenderse, así pues, el origen de expresiones tan castizas como "salir por la puerta de atrás", "ser un manta", "ser un burro" o "un manta".
En una próxima entrada, hablaré sobre los estudiantes macarrónicos en Salamanca, y su apicarada vida.

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